martes, 7 de abril de 2020

Mis 3 empujones

Consigna: Rememorar tres escenas de lectura que los hayan influido en su vida, en sentido amplio (pueden referirse a textos mediáticos, audiovisuales también), desarrollarlas en un texto.

1. Les Misérables, de Victor Hugo

Tenía 13 años cuando leí mi "primer libro grande": la famosa obra de Victor Hugo. En esa época leía y escribía mucho más de lo que lo hice los siguientes años.
Recuerdo que lo compré en la librería Jenny de un shopping del barrio, y que era el último ejemplar de bolsillo.
Llegué a casa y empecé a leer un poco todas las noches. Tardé aproximadamente un mes en terminar de leer las 642 hojas.
Mientras lo leía me sentía parte de todo el conflicto. Imaginaba cada escena a la perfección, cada personaje, cada clima. Me pasó con muy pocos libros.
No volví a leerlo. No porque no me fascinara, sino porque todo su contenido todavía lo siento fresco. Siento que lo leí ayer mismo, y no hace siete años.

2. Werther, de Goethe

Éste ejemplar lo compré por Internet cuando tenia 15 años. Conseguí una edición viejísima (de 1960), con mucho olor a humedad y las páginas muy manchadas.

Con éste libro comencé a transitar lo que ahora llamamos "tomar prestado". Sus primeras páginas me fascinaba transcribirlas, y después imaginar una historia totalmente diferente, con otros personajes, pero siempre usando el empujón de los primeros párrafos prestados.
Escribí muchos textos que después fui desechando, o perdiendo, o abandonando.
Me fascinaban las palabras "difíciles" que usaba el autor. Me gustaba aplicarlas a mis creaciones, aunque a veces quedaban demasiado exageradas, o fuera de situación.

3. La profesora de literatura que me dejó "ser yo"

Quizás no cumpla con lo pedido en la consigna, pero no podía dejar de lado éste punto. En mis primeros años de secundaria me gustaba mucho escribir, y lo hacía, pero siempre en mi casa, sin mostrarlo a nadie.
En ésos años, mi profesora de literatura empezó a pedirnos que escribiéramos cuentos de manera libre (a mi parecer, una de las mejores tareas). Después de entregar mis cuentos, la profesora me llamó y me contó que quería que participara de un concurso de escritura juvenil.
Yo, que jamás le había mostrado mis historias a nadie, de repente tenía la oportunidad de mostrárselo a un montón de gente, y dije que si.
No gané, aclaro, y tampoco me acuerdo muy bien qué pasó con ése concurso. Pero después de eso, tuve muchas más ganas de escribir, y fue gracias a una profesora que me dejó expresarme libremente.

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