Consigna: elegir un lugar cercano (exterior) para sacar una foto, busquen una escena que les llame la atención por algo, y un lugar al que puedan acceder sin problemas todos los días. La propuesta es sacar una foto con el mismo encuadre todos los días, preferentemente a la misma hora.
De acá al próximo encuentro, subir las fotos al blog y elegir algún elemento en común de las imágenes para describirlo lo más objetivamente posible.
30/06/2020
Muchas veces dije que, si algún día pudiera hacerlo, la compraría sin dudarlo.
¿Qué me llama la atención de esta casa?
Primero, me gusta su mirador: ese pequeño balcón en el tercer piso desde el que debe haber un amplia y hermosa vista del barrio y probablemente del río de La Plata. También me gusta su estilo tan temporalmente lejano, que algunos días parece digno de un escenario de película de terror. Creo que es una casa que cuenta historias sin decir una sola palabra.
Me gusta cómo la vegetación se adueñó de ella, pero respetuosamente: las enredaderas frenaron su crecimiento en el lugar justo, como si no quisieran taparla por completo.
Los mosaicos en los escalones de la entrada, que solían ser más, todavía dejan ver un brilloso color azul que fue corrompido por el paso del tiempo.
Abundan los símbolos religiosos: una estatua de la Virgen María un poco desmembrada y una cruz en su tejado son los más visibles.
Pareciera que en esta casa el tiempo paró de correr hace muchos años.
Siempre me pregunté qué había detrás del gran portón de entrada que nunca vi abierto, y lo supe hace poco, investigando en la página de la inmobiliaria que la vende hace ya un buen tiempo: https://www.remax.com.ar/es-ar/propiedades/gran-buenos-aires-zona-norte/luis-s-pena-y-edison/420281031-250
Quizás, algún día, pueda entrar realmente.
10/07/2020
La imponente casa ocupa casi toda la esquina del choque entre las calles Luis Sáenz Peña y Thomas Edison. Su gran patio interno, repleto de decoración hecha con mosaicos azules y amarillos y plantas de variadas especies, está escondido detrás de unos altos matorrales que le proporcionan intimidad.
La naturaleza ha sido gentil con "La Manola": se ha aproximado a ella con timidez, pidiendo permiso y siendo respetuosa. Quizás por eso esta esquina está más despejada que el resto de la cuadra. Pareciera que ha llegado a un acuerdo para resaltar entre las demás casas que, en su mayoría, están cubiertas por árboles altos y tupidos.
"La Manola" y la naturaleza tienen, sin duda, un trato.
En cualquier estación del año -aunque haga un frío helado o un calor sofocante- la vegetación de esta casa, a diferencia del resto de las plantas del barrio, se mantiene intacta: verde, brillosa, viva. No perece con la llegada de junio ni tampoco se marchita cuando la temperatura supera los treinta y cinco grados.
Sus símbolos religiosos parecen ser los que más sufren. La cruz que adorna su mirador está inclinada hacia un lado, torcida por la fuerza del viento y el corroer del óxido. La estatua de la Virgen María que ha sido encerrada para protegerla del hombre no ha podido ser protegida del paso del tiempo, y día a día va perdiendo la pintura que la envuelve y desprendiéndose de partes de su cuerpo.
Hasta aquí ha llegado el trato entre la casa y la Pachamama: la naturaleza, parece ser, no resguarda a la religión.
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