miércoles, 20 de mayo de 2020

Cuatro mañanas conmigo

Consigna: elegir una actividad cotidiana, que hagan todos los días, por ejemplo, preparar el mate. Describirla con el mayor detalle posible, cada día.

Domingo 17 de mayo, 2020

La noche anterior programé la alarma para las 10:00 am, "para descansar un poco más" pensé. Sin embargo, son las 8:57 am cuando me levanta Loki, mi gato.
Quiere salir al patio y sabe que la única forma de lograrlo es levantandome.
"Casi son las 9, no está tan mal" pienso, y me desperezo antes de poner mis pies sobre la alfombra de peluche color morado (la llamo "la alfombra susanezca"). La compré hace un tiempo exclusivamente para eso: poner los pies sobre ella cuando hace frío. El piso de cerámica puede hacer más difícil la ya de por si ardua tarea de levantarse.
Abro la puerta de mi habitación y Loki me sigue escaleras abajo. Frena un par de veces para estirarse. El es el menor de mis cinco gatos. Lo adopté cuando apenas comenzaba la cuarentena y lo nombré asi en honor al dios nórdico (y al personaje de historietas). 
En la cocina no nos espera nadie. Es muy temprano, y la única despierta es mi mamá, que salió a hacer las compras.
En mi casa escuchamos la radio todas las mañanas. No escuchamos programas informativos ni muy serios, sino música y programas que te hacen sentir más bien acompañado. La Negra Bernaci y el Doctor Romero son nuestros grandes preferidos.
Ahora suena "Te Hacen Falta Vitaminas" de Soda Stereo, y mientras tarareo la canción me sirvo mi té con leche. Todas las mañanas desayuno té con leche, no importa dónde esté. Y lo tomo durante la tarde, también.
Suelo tomar Green Hills, pero encareció mucho en el último tiempo, así que ahora tomo La Virginia. No me gusta tanto, y tengo que usar dos saquitos para que el té tenga el "gusto a té" que me agrada. Pero al final del día, solo es un té. 
Lo acompaño con unas galletitas dulces que encontré en la alacena. Me gustaría estar desayunando medialunas de grasa. O las borlas de fraile rellenas de dulce de leche que comí la primera vez que fui a Concepción del Uruguay. O quizás el chipá que compraba en la facultad el año pasado, los miércoles, antes de entrar a cursar. 
Durante el otoño y el invierno me gusta salir a desayunar en cafeterías y bares chiquitos. Me gusta el olor a café de máquina a la mañana, el ruido de los platos chocando en la cocina, la gente que lee el diario en silencio. Ahora que no se puede, me doy cuenta lo mucho que me gustaría poder hacerlo.
Salgo al jardín llevando conmigo mi desayuno. Camino por el largo pasillo en el que guardamos las bicicletas -frenadas desde hace bastante- y llego al patio. Loki viene detrás mio. 
El piso es de cemento en un sector y de césped en otro. Al fondo y a la izquierda hay un galpón donde mi papá guarda herramientas y sus inventos (es de fabricar mucho, como buen ingeniero). Junto al galpón está la pileta, que ahora se muestra más mohosa y fría de lo habitual. 
Sobre el piso de cemento hay un balcón de hierro, y bajo este hay sillones de color verde manzana y una hamaca que sólo es usada por una de mis gatas para dormir.
Me siento en uno de los sillones y comienzo a desayunar.

Loki y su rato de sol

Lunes 18 de mayo, 2020

Me levanté a las 9:00 am. Hoy querría haberme quedado un ratito más en la cama.
Tardé bastante en abrir los ojos. Los sentía más pesados que de costumbre. Odio cuando me pasa.
Me incorporé y puse mis pies sobre la alfombra. Mi gato Loki me esperaba en el piso, ya despierto hace un buen rato.
Bajé la escalera de madera a ritmo lento y perezoso. En la cocina esperaba mi mamá, que daba su primera clase de la semana vía Classroom. 
Hoy me sorprendí con un desayuno distinto al habitual: libritos de grasa y mate cocido. 
Puse los libritos en un plato blanco de plástico y me serví una buena taza de matecocido. Me hizo acordar a cuando desayunaba esto mismo en el preescolar, allá por el 2003.
Cómo siempre, salgo al patio con Loki, que busca impaciente jugar con los otros gatos, aunque ellos no buscan tan eufóricamente jugar con el. 
Me siento en una pequeña reposera plegable de color amarillo un poco destartalada, que coloco en el pasto, justo bajo el limonero que decora el jardín. Cierro los ojos y miro hacia el cielo, queriendo que valga cada ratito de sol en mi piel.
Hoy es un día en el que extraño Capital. Se que no es lo "habitual" extrañar una zona de la provincia tan ruidosa, congestionada y apresurada, pero en el último año se había vuelto mi segundo hogar. 
Y quizás durante el año pasado maldije bastante las dos horas que separan mi barrio de Monserrat, los retrasos del transporte público, los bocinazos y las horas pico, pero hoy lo extraño. Espero que, en algún momento, vuelva a encontrarme apretujada en un vagón del subte D.

Mi vista favorita de Palermo

Martes 19 de mayo, 2020

A las 07:30 am escucho la voz de mi mamá, que interrumpe un sueño de lo más entretenido: estaba soñando que era parte de una serie de televisión. 
Me vino a despertar porque necesitaba que use una aplicación de envíos para mandar un paquete a Capital, ya que hoy es el cumpleaños de mi abuela. Quiere enviarle una torta y unos cuantos dulces más.
Loki todavía no está listo para levantarse. Cuando me incorporo y corro las sábanas, el todavía sigue acostado, mirándome con los ojos entrecerrados. 
Mis pies encuentran la alfombra morada, y esta vez tardo un poco más en levantarme de la cama.
Bajo la escalera y llego a la cocina, donde mi mamá ya está dando clase a sus alumnos. 
Contacto con el transporte que hará el envío, que en menos de veinte minutos concreta la cuestión. "Jamás llegué a Capital tan rápido" pienso, cuando veo como el coche se mueve por el mapa blanco que me muestra la aplicación.
A las 8:00 am mi abuela ya se está deleitando con un cheesecake de frutos rojos. Me manda una foto vía WhatsApp para confirmarlo.
Dilucido entre desayunar o volver a la cama. Tengo ganas de un té con leche, si. Pero el día puede esperar un rato más para arrancar. Después de todo, estamos en cuarentena.

Martes 19 de mayo, 2020 (Toma 2)

A las 9:30 am vuelvo a empezar mi día. Hoy toca salir: tengo que ir a la farmacia. Loki está despierto e impaciente: casi que me exige que salga de la cama y vaya con el el jardín. Pero hoy no puedo acompañarlo.
Cómo siempre, primero los pies en la alfombra. 
Loki y yo bajamos la escalera juntos, y el frena para tomar agua de un cuenco.
Desayuno un té con leche acompañado por bizcochitos agridulces. Le dejo los más quemados a mi hermana, porque a ella le gustan.
Vuelvo a mi habitación para cambiarme y así salir a la calle: me abrigo más de lo debido porque a la mañana siempre tengo frío. Si ven a alguien en la facultad durante la mañana excesivamente abrigada, soy yo.
Por último, me pongo el barbijo negro que mi tío me confeccionó y guardo en mi bolsillo un paquete de pañuelos y un alcohol diluido: mis artilugios para luchar contra la vida exterior.

Y salgo.

Las calles andan diciendo

Miércoles 20 de mayo, 2020

El reloj del celular marca las 8:58 am. Otra vez me levanto antes de lo planeado. 
Loki tomó la nueva costumbre de morder mi pelo para despertarme. Cuando me levanto y veo mi rostro en el espejo que está enfrentado a mi cama, parece que me atacaron el pelo un montón de pajaros.
Pongo mis pies sobre la alfombra y analizo si ponerme de pie o no. Finalmente me decido y me paro, y Loki viene detrás de mi.
Bajamos la escalera, yo primera y él detrás mio. Mi mamá, como todas las mañanas, está dando clase en su computadora y tomando mate.
Llego a la cocina y preparo mi té con leche de siempre. Para mi alegría, hoy puedo acompañarlo con budín de banana y chocolate casero, que preparó ayer mi mamá. Es muy sabroso y húmedo. Sacó la receta de una conocida "influencer" culinaria, de la que también aprendió a hacer bizcochitos y torta de manzana.
Loki aprovechó mi distracción con el budín de banana y chocolate para escaparse por la ventana y salir al patio. 
Cuando termino de desayunar salgo y agarro mi reposera amarilla y destartalada. Esta vez, la pongo en una esquina desde la que tengo visión total del patio. Me faltó contar que en el lado izquierdo, frente al galpón, está la colección de cactus y suculentas de mi mamá. Tiene muchísimos de ambos en macetas muy coloridas, que están distribuidas en dos estantes con ruedas que mi papá construyó para ella.
El limonero finalmente tiene limones grandes y amarillos. Me encanta cocinar budín de limón, pero la falta de limones me lo estaba impidiendo. Quizás hoy por la tarde haga uno. 

La colección de suculentas y cactus

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