martes, 25 de agosto de 2020

Análisis de los cuentos de Poissant

Consigna: la idea es que tomen los cuentos de David Poissant, que están en el campus (TEMA 9), los lean y hagan una nota de lectura, en la que den cuenta de cuál es el "estilo" de cada uno, qué tópicos o temas aparecen, cómo desarrollan a los personajes y qué tipo de narradores construyen, así como los recursos que les parezcan más interesantes. 

David Poissant: "El hombre lagarto" y "El cielo de los animales"

Poissant nos regala dos historias unidas por una misma columna vertebral: las relaciones entre padres e hijos. 

La primera de estas historias -temporalmente hablando- es "El hombre lagarto", en la cual conocemos al protagonista: un hombre con un pasado de alcoholismo, que ha alejado a su familia al propinarle una golpiza a su propio hijo tras enterarse de su homosexualidad. A quien no ha alejado, sin embargo, es a su amigo Cam: un hombre de brazos fornidos y tatuados con un inmenso corazón y mucha sensibilidad. Aunque el protagonista no lo sabe, Cam intenta encaminarlo para que no cometa los errores que su padre cometió con él, y ayudarlo a recomponer su relación con su hijo, Jack.

Narrada en primera persona, la historia se desarrolla de forma lineal, aunque cuenta con varias analepsis o flashbacks que nos ayudan a entender qué sucedió entre el protagonista y su hijo. 

La muerte del padre agresivo y abandónico de Cam, Red, hace que los amigos viajen a su casa con un porqué que sólo Cam conoce. Al llegar, se encuentran con algo totalmente inesperado: Red guardaba en su patio a un inmenso caimán.

El caimán, bestia reconocida por agredir, devorar y destrozar todo a su paso, se muestra dócil y no impone resistencia. Los amigos se disponen a sacarlo de allí y liberarlo, y lo logran sin demasiadas complicaciones. 

Encuentro en esto un paralelismo: el protagonista se ve reflejado en aquel animal. Ambos quieren estar en paz, ambos añoran la libertad, ambos están cansados. El caimán, de su encierro. El hombre, de sus propios demonios. El protagonista quiere ser perdonado (y perdonarse) por los errores que cometió con su familia, para poder sentirse libre de culpas.

Al finalizar la travesía de los amigos, el protagonista descubre que Red ha querido comunicarse con su hijo en varias oportunidades, pero que esté "nunca perdonó nada, que jamás volvió a acercarse hasta que el monstruo desapareció". 

El protagonista entiende entonces que debe hacer algo antes de que sea demasiado tarde. Que debe luchar por el perdón de su hijo. Que debe hacer desaparecer al monstruo. Y decide, repentinamente, viajar a reencontrarse con él. 

La historia continúa en el cuento "El cielo de los animales", el cual se desarrolla a una elipsis de distancia de su predecesora. Han pasado quince años desde aquél viaje realizado por el protagonista -quién, ahora sabemos, se llama Dan Lawson- y diez años desde la última vez que vió a Jack.

A diferencia de "El hombre lagarto", esta historia es narrada en tercera persona por un narrador omnisciente que sabe qué sucedió en el pasado de Dan y, también, conoce sus sensaciones, sentimientos y pensamientos actuales. En lo que sí coincide con el cuento anterior es en la linealidad de los hechos y en la utilización de recursos temporales como analepsis o flashbacks. 

También el protagonista ha cambiado: se muestra menos obtuso, más comunicativo, más comprensivo. Considera que su hijo es un hombre inteligente, y deja de lado sus prejuicios respecto a su sexualidad para entenderlo y acercarse a él.  

Dan debe viajar a ver a su hijo, pero las circunstancias no son fortuitas: Jack ha contraído VIH y ha desarrollado SIDA. Producto de una neumonía, está a poco tiempo de morir, y le pide a su padre que lo acompañe en sus últimos momentos. 

Dan inicia una travesía plagada de complicaciones que sobrelleva de maneras drásticas y sin pensar en las consecuencias: sólo le importa llegar a Jack lo antes posible para poder despedirse de él y obtener su tan esperado perdón. 

Este viaje, a su vez, se ve repleto de pantallazos al anterior viaje que padre e hijo realizaron juntos por las mismas rutas que ahora lo hace un padre desesperado y dispuesto a todo.

Finalmente, Dan no logra llegar a ver a su hijo con vida. Los últimos párrafos del cuento muestran como el protagonista se acerca a una playa y contempla el océano y el cielo. Y, creo yo, se imagina a su hijo en el cielo dónde él -biólogo marino- habría querido estar: el cielo de los animales.

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